jueves, 7 de agosto de 2008

MONTAÑAS RUSAS

Quizás os preguntéis por qué a esta entrada la he titulado así. Los que me conocen saben que a mi me va la inventiva; por algo escribo novelas…. Bueno, la verdad es que no escribo solo por eso.

Por supuesto que no voy a referirme a los parques de atracciones, entre otras cosas porque no sabría qué escribir. Sin embargo algún ramalazo de sensibilidad se me pegó el otro día por ahí y caí en la cuenta de que todos vamos con prisas, que nadie tiene tiempo de nada y que francamente la vida es como una montaña rusa a todos los niveles.

Tenía guardada una poesía preciosa. No sé quien la habrá escrito pero lo cierto es que a mí me ha emocionado y como hay que agradecerlo todo, le he dicho a mi alma: ¡Eh amiga, calma…!!!!!

Dedicado a todos los “blogueros” que se pasean por este blog y un poquito dedicado a mí también.


LA SONRISA
Es el son...son... son de la risa, hija de la risa y nieta de la carcajada.
El más saludable masaje de belleza para el rostro; el pasaporte al reino de los Cielos; el ropaje más lindo del alma; el mejor antídoto contra las preocupaciones;la canción de los Ángeles; la seriedad arrepentida; la oración de los sabios; la contraseña entre los amigos;la puerta de la cooperación entre conocidos y desconocidos;alienta la buena voluntad en los negocios;acorta el tiempo de la angustia;crea la felicidad en la pareja y en el hogar;una clara manifestación de salud mental, emocional y espiritual; descanso para los fatigados;calor para los tristes;luz para los decepcionados;es como el sol: ilumina, calienta y se irradia.
¿Cuánto cuesta una sonrisa? –Nada.¿Cuánto beneficio nos puede dar? –Mucho.¿Qué tiempo dura? –Un instante.¿Y cuánto perdura en la memoria? –A veces toda la vida.¿Quién es tan rico que no la necesite? –Nadie.¿Quién es tan pobre que no pueda regalarla? –Ninguno.¿Se empobrece el que la da? –Al contrario, se enriquece.¿Se puede comprar, vender o robar? –Sólo se puede ofrecer gratuitamente.¿Y quién es el que está más necesitado de una sonrisa? –Aquél que no tiene ninguna para dar.

sábado, 2 de agosto de 2008

EL MIEDO

A veces nos hacemos preguntas que requieren respuestas comprometidas. No hace muchos días estaba conversando con uno de mis hijos y en un momento determinado me hizo la siguiente pregunta:
Mamá ¿tienes miedo?
Yo le dije que no podemos arrugarnos, que cuesta afrontar las contrariedades aunque estemos entrenados para ello y que es necesario mirar siempre hacia delante para estar serenos por dentro. El miedo paraliza y no permite vivir el hoy y el ahora.
Quien preguntaba sabía bien el por qué de la cuestión, pues hay situaciones inesperadas que causan dolor, tristeza, sufrimiento y una larga lista de sentimientos encontrados.
Es por eso que hoy voy a colgar un fragmento del libro ALAS DE GORRIÓN que he publicado recientemente.
No quiero añadir nada más; que cada uno saque sus propias conclusiones.

Antes de que se acabe la tinta, dejaré aquí el detalle de este momento. A la una y cuarenta y nueve minutos de la madrugada, el silencio es total a ratos y puedo escuchar alguna ráfaga de aire que se ha perdido por ahí fuera.
No he sentido la tarde hoy ni he sabido reflexionar. Casi sin darme cuenta me he tropezado con la noche y el crepúsculo que inspira esa inquieta calma, me ha ido arrastrando durante todo el día para hacerme tragar otra noche más.
Hoy tengo miedo de envejecer solo. Estoy un poco asustado pero voy a sobrevivir. No sé si eso te pasa a ti también. Seguro que muchos tenemos miedo a no alcanzar los sueños y nos aterra que nadie revolucione nuestra vida.
Queremos conseguir el éxito y no encontramos esos triunfos que llenen alguno de nuestros pequeños bolsillos interiores. No podemos dejarnos conquistar por la nada, ni por ningún absurdo que se presente inesperadamente para enredar nuestros planes.
Por increíble que parezca, el miedo cala en el alma y mueve los hilos de la voluntad arrastrando alguna rara verdad cuando la pobre vida respira peligrosamente.
Tenemos miedo a conocer y a ser conocidos, a arriesgar, a ser traicionados, a ser barridos, a amar por ser dolidos, a caminar solos frente a la tempestad y a morir solos también sin testigos. Tenemos miedo a abandonar nuestra batalla, a luchar por ganarla, a ser aniquilados por descreídos. Tenemos miedo al fracaso y a vernos realmente hundidos frente a una sociedad irracional.
Qué miedo nos dan los ojos que nos miran de frente, que no nos consideran amigos, que nos tachan de locos y que adivinan nuestro error. El miedo y la indecisión nos empujan a ser absorbidos por el mundo que nos malgasta y acaba por matarnos.