jueves, 27 de marzo de 2008

A veces hay poetas que saben llenar los recovecos del alma. Es entonces cuando uno piensa: ¿por qué yo no sabré expresarme así? La casualidad ha hecho que hoy reviviera una de esas experiencias que yo creía dormidas en el interior de mi subconsciente. Para los que tengan alma de poeta, me permito reproducir aqui un poema precioso y muy sugerente de Mario Benedetti....

QUIERO CREER QUE ESTOY VOLVIENDO
Vuelvo, quiero creer que estoy volviendo con mi peor y mi mejor historia. Conozco este camino de memoria pero igual me sorprendo. Hay tanto siempre que no llega nunca, tanta osadía, tanta paz dispersa, tanta luz que era sombra y viceversa... y tanta vida truncada. Vuelvo y pido perdón por la tardanza. Se debe a que hice muchos borradores. Me quedan dos o tres viejos rencores y sólo una confianza. Reparto mi experiencia a domicilio y cada abrazo es una recompensa, pero me queda nostalgia del exilio y no siento vergüenza. ¿En qué momento consiguió la gente abrir de nuevo lo que no se olvida? Vuelvo a la madriguera linda que es la vida. Vuelvo a tener un rostro en el espejo y encuentro mi mirada. Culpable o inocente vuelvo. Vuelvo y se distribuye mi jornada. Propios y ajenos vienen en mi ayuda, preguntan las preguntas que uno sueña. Cruzo silbando por el santo y seña y en el puente de la duda me veo menos mortal de lo que vengo. Ustedes estuvieron, yo no estuve. Por eso en este cielo hay una nube y es todo lo que tengo. Tira y afloja entre lo que se añora y el fuego propio y la ceniza ajena y el entusiasmo pobre y la condena que no nos sirve ahora. Vuelvo de buen talante y buena gana. Se fueron las arrugas de mi ceño. Por fin puedo creer en lo que sueño. Estoy en mi ventana. Nosotros mantuvimos nuestras voces, ustedes van curando sus heridas. Empiezo a comprender las bienvenidas mejor que los adioses. Vuelvo con la esperanza abrumadora y los fantasmas que llevé conmigo y el arrabal de todos y el amigo que estaba y no está ahora. Todos estamos rotos pero enteros. Diezmados por perdones y resabios. Un poco más gastados y más sabios. Más viejos y sinceros. Vuelvo sin duelo y ha llovido tanto en mi ausencia, en mis calles y en mi mundo, que me pierdo en los nombres y confundo la lluvia con el llanto. Vuelvo, quiero creer que estoy volviendo, con mi peor y mi mejor historia. Conozco este camino de memoria pero igual me sorprendo.
Mario Benedetti

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando uno vuelve, todo sigue igual pero todo es distinto. No se puede congelar el tiempo. Qué duro debe de ser el exilio, pero qué liberador si desde el exilio se puede seguir alzando la voz.